miércoles, septiembre 23, 2009

LA CUENTA ATRÁS.






Era mi penúltimo día en Aniak y quería hacer algo para recordar, así que se me ocurrió la idea de ir a comprar sola hasta el super, toda una odisea para mí, no os creais... Miriam, me prestó la bici, y allá que me fui más contenta que unas pascuas, como un niño con zapatos nuevos.

La sensación de desplazarme por aquellos caminos de tierra, me encantó, pero lo que más me gustó del momento, fue sentir cierta independencia en un lugar tan remoto. Como cuando tenía nueve años y mis padres me dejaron ir sola hasta el cole, me sentí muy mayor, pues fue algo parecido.

Las calles de Aniak son en realidad caminos repletos de piedras, arena y rodeados de vegetación. Puse los cinco sentidos en mantener el equilibrio y disfruté de cada segundo, de las nubes de tierra que me tragaban cada vez que pasaba un coche por mi lado, del cielo que me tenía encandilada con sus nubes extremadamente blancas sobre un hermoso fondo azul, sin atisbo de contaminación, de pisar algunos charcos...

Las flores que podeis ver en las fotos, florecen de abajo hacía arriba, y cuando llegan a lo más alto, es que el buen tiempo toca a su fin, marcan el final del verano. Me pareció supercurioso y es cierto que el tiempo ya empezaba a cambiar y el frío llamaba a la puerta.

Hice mi compra y me armé de valor para preguntar en inglés a los dependientes por productos que no encontraba, y hasta en esto tuve suerte, porque apareció Selvin, un chico de Nicaragua que se ha trasladado a vivir a Aniak con su mujer y sus dos niñas. Fue una sorpresa la primera vez que le oí hablar en mi idioma, recién llegada a Aniak, y desde ese momento, cada vez que íbamos a la compra charlábamos un poco sobre nuestras vidas. Ese día aproveché para despedirme.

Después, el regreso, un poco más difícil todavía, cargada con mi bolsa ecológica repleta de cosas y haciendo malabares para esquivar los innumerables baches del camino.

2 comentarios:

Acróbata dijo...

Esos baches del camino los encontrarás en todos sitios, no solo en Aniak.

Hay que sortearlos con pericia y con la vista puesta en el siguiente bache.

Más besotes.

Lorena dijo...

Acróbata: En sentido figurado la vida tiene baches continuados, algunas veces nos estampamos de lleno con ellos y otras, como tú dices, hacemos un desvío para dejarlos atrás. Aunque si baches de esos que provocan caídas difícilmente aprenderíamos a levantarnos, ¿no te parece?